martes, 15 de noviembre de 2011
GRACIAS CUENTACUENTOS CARITO VILLARROEL
GRACIAS, MIL GRACIAS POR HACERNOS REVIVIR CON TU ENERGIA Y TU VITALIDAD LAS EXPERIENCIAS DE ANTAÑO.
He escuchado desde mi rincón, ese mismo, donde cada día me escondo para ver que es lo que hacen, hermosos cuentos y leyendas. Las traía una nueva amiga, la tía Carito Villarroel, quien según propia confesión, ama los libros tanto como a su bicicleta.
¿Por qué será? Será acaso porque con ambos se siente libre, con la bicicleta permite que el viento golpee su cara y escucha el susurrar de los grillos en el camino, con mis amigos los libros, es su imaginación la que vuela, allí, hasta donde el cuerpo no puede llegar.
Es allí, donde existe un mundo en el cual los niños se refugian para sobrevivir a las fealdades de la vida diaria, es producto de su propia fantasía, de su vitalidad, pero es también fruto de lo que queda de bueno en los adultos, que tienen el arduo deber de defender ese mundo encantado que es para los niños .
A ellos, al hablarles de cuentos, tal vez se les venga enseguida a la memoria la historia de “Peter Pan”, el muchacho que no quería crecer y vivía en el mundo de Nunca Jamás, porque para todos, aquel adulto que defiende el castillo de los cuentos de hadas a veces es definido como “infantil”. El mismo autor de la historia de Peter Pan, fue considerado una persona incapaz de crecer, de asumir responsabilidades de adulto justamente por su capacidad de saber jugar aun en la edad adulta.
El cuento desarrolla la creatividad, y crea una barrera en la cual el niño irá siempre a esconderse. Brujas Malvadas, Dragones, Monstruos y Madrastras, Orcos, Sirenas, Hadas y Duendes alados, por siglos han acompañado los sueños de los más chiquitos, y son todavía los personajes que custodian un patrimonio de recursos y promesas: los cuentos son un tesoro de valor inestimable, y representan un punto de referencia para la vida del niño y su relación con los adultos.
En las historias para llegar al final feliz hay que seguir un camino, a veces difícil, es necesario derrotar al dragón, engañar al lobo, escuchar los consejos del mago o usar la inteligencia. Estas desventuras que el niño afronta junto al protagonista son una invitación a la acción, a desenvolverse con habilidad y activamente en las dificultades. La sana fantasía ayuda a interactuar con la realidad y a aprovechar en el mejor modo los recursos que se tienen a disposición. Por esto, mas allá del patrimonio cultural que los cuentos y las fabulas representan, difundir el sentido de las historias de fantasía es un compromiso que debería ser sancionado en la “Carta de los derechos del niño”.
La fabula debe partir como una flecha lanzada con inextinguible energía, y dar la vuelta al mundo, atravesar países y ciudades. Cada niño, de cualquier nacionalidad, ya sea que tenga ojos almendrados o la piel oscura como el chocolate, cualquiera sea su religión, tiene el derecho de escuchar un cuento antes de irse a dormir, tiene derecho a vivir en la belleza, tiene derecho a ser un niño.
Esta es la preciosísima enseñanza, que muestra que en los cuentos está la clave de la lectura del vivir bien, y así como leer historias fantasiosas hace bien a los niños, así tal vez también el alma tibia de los adultos puede, de algún modo, despertarse gracias a aquellos personajes que, antes de la aparición de los videocasetes, los video juegos y los DVDs, todos nosotros habíamos imaginado. Desde Hänsel y Gretel hasta Caperucita Roja, de Cenicienta a Blancanieve y a la Bella Durmiente del Bosque, de los tres chanchitos al patito feo, cada personaje ha dejado una huella en la vida de todos nosotros, así como aquellos cuentos nuevos, como Niña bonita, Pomelo, las vacaciones de Roberta y muchos más.
Amigo, amiga, permite que mis amigos los libros entren en tu mundo y ellos te abrirán las ventanas y las puertas a mundo mucho más grande y lleno de aventuras, como lo es la aventura de crecer y de vivir.
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