martes, 5 de octubre de 2010

La Gastronomia chilena



Mis queridos niños, desde el capullo en que estoy descansando me tocó observar una linda actividad de la Educación Técnica del Colegio Servicios de Alimentación Colectiva. Para celebrar el Bicentenario y cerrar el mes de la comuna recrearon algunos platos de la tradición chilena.
La gastronomía chilena es producto de la combinación de las culturas nativas y las costumbres españolas a lo largo de Chile, las materias primas de la tierra, junto al aporte de los pueblos indígenas, como lo fueron sus costumbres y hábitos gastronómicos. Ha tenido aportes menores de cocinas por parte de inmigrantes, como la alemana, italiana, pero en el siglo XX tuvo una importante y marcada influencia la reconocida cocina francesa. Estos elementos conforman lo que se conoce actualmente como la cocina criolla de Chile. Se destaca por su variado sabor y color; acompañada de bebidas alcohólicas como el vino y el pisco chileno.

Al llegar los conquistadores al mando de Pedro de Valdivia, entablaron las bases de la futura alimentación criolla; entre los productos que trajeron están el trigo, los cerdos, pollos, vacunos, y ovejas. Estos ingredientes base se mezclaron y así; dieron origen a los platos más típicos de Chile. Según los historiadores, el menú durante la Colonia era muy nutritivo. El primer plato lo llamaban "de residencia", el cual podía ser carne, ave o pescado. Después seguían con "el guiso abundante" hecho de preferencia con choclos y papas. Al principio de la colonia comenzó a ser muy conocido, las humitas, la chuchoca, el pilco y el locro. También en la colonia nace la afición a las algas marinas como el cochayuyo y el luche que se servían acompañados de huevos duros. El pan era de tres clases: tortilla de rescoldo, pan español con mucha grasa y miga, y el pan chileno, aplastado y "cascarudo". Al final se servía de postre, frutas, en especial chirimoyas, frutillas y lúcumas. El almuerzo y comida terminaban con un agua de hierba, que podía ser de paico para el empacho y los problemas intestinales. En el siglo XVII las monjas dieron un gran impulso a la cocina colonial chilena. De ahí sale casi la totalidad de la repostería de la cocina chilena.

En el mismo siglo, llegaron provenientes de México el pavo y el ganso. De Jamaica las sandías y los melones escritos. Pescados y mariscos adquirieron nombres y apellidos; el pejerrey de Aculeo, el tollo y la Langosta de Juan Fernández, los erizos de Papudo, entre otros. El chocolate y el mate eran las bebidas más populares.La cocina colonial chilena empezó a adquirir refinamiento a mediados del siglo XVIII, época de fiestas y saraos y las mesas comenzaron a adornarse con elegancia para el almuerzo y la cena. Los productos regionales dotaron a los cocineros criollos de apetitosas curiosidades. Combarbalá sus tortas. La Serena, el pavo mechado. Chanco, sus quesos y Chiloé su curanto.

La comida del pueblo era diferente a las que servían en las mesas aristocráticas. La primera estaba constituida de harina, charqui y porotos con sal y pimiento seco. En los días de fiesta el menú variaba. Carne asada al palo, guatitas, carbonada, cazuela, mote, pescado frito, chupe, empanadas y sopaipillas. Llegaron entonces al país, el té y el café que dejaron en segundo plano la costumbre de beber mate. Los vinos chilenos adquirieron fama y el pueblo chileno se aficionó a la chicha de uva.

La cocina chilena adquiere una fisonomía definida durante la Patria Vieja y la Nueva. A partir de la fecha que marca el inicio de la independencia de España, el 18 de septiembre de 1810, en las mesas criollas se comienza a festejar el acontecimiento con empanadas, chicha y vino tinto. El caldo de vaca con ají, espesado con chuchoca, se convierte en un manjar tradicional de los campos del Valle Central chileno. El tratamiento de la caza (venados y conejos), con salsas de frutas reciben el influjo alemán. Entre las recetas autóctonas es conocida la preparación del conejo con maní. Italia aporta sus pastas a la tradición gastronómica chilena.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

EVOLUCION DE LOS EMBLEMAS PATRIOS



LOS EMBLEMAS ACTUALES Y SU SIGNIFICADO
EL ESCUDO


El Escudo Nacional, al igual que la Bandera, contiene una serie de significados encerrados en los elementos que lo componen. La repetición de ciertos símbolos, como la estrella, el pentágono, y la proporción áurea, se suma a los colores - cuya interpretación es semejante en la bandera y el escudo- y los animales. Pero veamos el detalle:

Los colores

La interpretación de la cromática debe remitirse a los antiguos símbolos heredados de la heráldica, del hermetismo europeo y de la tradición aborigen, lo cual revelan haber tenido conocimiento sus diseñadores. Así, el rojo es el fuego, y el azul el agua; es decir, espíritu y vida. La proximidad de ambos colores significan la conciliación de la polaridad espíritu - vida (inteligencia/naturaleza), presidido por el pentágono estrellado pitagórico como símbolo del hombre en estado de perfección, fruto de esa fecundación espiritual.

Este símbolo es válido tanto para la persona del gobernante como para la sociedad. Vale decir, el hombre chileno.

Pero el símbolo es doble. El diseñador homologó en la síntesis la polaridad espíritu/vida, con la integración de dos naciones que dieron origen a la sociedad chilena: el Chile colonial y la nación mapuche.



Los animales

Para entender el simbolismo de los animales, debe observarse que ambos forman un par de opuestos, "elementales", el cual frente al par fuego y agua determinado por los colores, constituyen el par tierra y aire. Y esta es la razón de por qué no se escogió el puma como acompañante del huemul, lo que en referencia al lema ("Por la Razón o la Fuerza") habría constituido también un par de equivalentes. El huemul, representante de la tierra madre, benigna y mutricia, equivale a la razón. En condor, animal fatídico y carnicero, equivale a la fuerza.

Se ha dicho que las coronas que ostentan estos animales sobre sus brazos son "navales" y representarían las victorias que nuestra armada obtuvo y que fueron decisivas para hacer de Chile un país soberano. Sobre esta interpretación es preciso notar que sólo se refiere a la exterioridad del signo, pero no a su sentido más profundo.

La corona se relaciona con la cabeza, es decir, con lo más alto (tal es el significado de la palabra "sublime"). No se trata de una pieza de utilidad como un sombrero, sino de emblema. Su significado es "iluminación". Se notará también que al sobresalir de la cabeza, representa una "superación", lo que se explica como "luz recibida" de lo alto, que redime y transforma lo terreno.

Animales coronados significan siempre el supremo logro de lo simbolizado en ellos. En el caso de nuestro escudo de armas se trata de la redención o purificación de los elementos y de lo que cada uno de ellos representa en referencia la lema, con el cual están íntimamente relacionados. En el primer aspecto se trata de la patria "paradisíaca" a que se hará alusión posteriormente en el himno nacional; en el segundo aspecto, se trata de la superación de la razón en sabiduría y de la fuerza en guerra justa, o sabia aplicación de la ley en relación a los altos principios de esa misma sabiduría, y de la revelación bíblica base de la religión oficial de la República.

En una vista de conjunto, se notará que todo el emblema está compuesto en torno a la estrella como símbolo de la luz y del hombre arquetípico. En este sentido contiene también la sucesión de los números símbolos, desde la unidad primordial hasta el pentágono humano.

Ahora bien, la pluralidad de simbolismos de la estrella (aborigen, como lucero de la mañana; mariano, que toma la estrella como la "Stella María"; la luz que guía al viajero en la noche oceánica; el simbolismo de la iluminación y del hombre arquetípico), revela entre otras cosas, el carácter dinámico de la estrella. Esto ya se notó en el diseño de la bandera de la jura de la independencia en la tendencia giratoria de la Guñelve y de Arauco. Ahora bien, como símbolo de la iluminación, se integra perfectamente con el de astro matinal, en cuanto la sabiduría se prueba, entre otras cosas, en la inteligencia de los signos del devenir (cuyo carácter dialéctico expresa la estrella en evolución a través de la bóveda celeste).

Cómo símbolo hermético del hombre se integra perfectamente a las dos anteriores, por cuanto la iluminación es lo propio del hombre regido por la ley del cielo, simbolizada en la posición erguida de la estrella, que como se dijo, representa la jerarquía de las facultades. Esa posición, referencia directa al símbolo aborigen, por la supresión del asterisco, lo que en referencia a los significados anteriores, revela la esencia de lo humano como idéntica a sí misma a través del devenir, conservando esa posición como una expresión de la ley divina en el hombre.


La Bandera


Introducción

Según Diego Barros Arana, en el volumen II de su "Historia General", la inauguración oficial de la bandera actual fue el 18 de octubre de 1817. Esto no significa necesariamente que el pabellón tricolor anterior haya dejado de existir de inmediato. Un oficio enviado por Ignacio Zenteno al gobernador de Valparaíso fechado el 20 de septiembre de 1819, da cuenta de la falta de banderas:

"Al gobernador de Valparaíso.- Santiago 80 de septiembre de 1819.- Debiendo celebrarse el 28 del corriente el aniversario de la gloriosa revolución de Chile, ha de enarbolarse la bandera nacional en medio de la plaza, y como no existe aquí ninguna, ni género para construirla, me ordena el Exmo. Señor Director Supremo diga a U.S. (como tengo el honor de verificarlo) se sirva remitir sin pérdida de instantes a esta capital dos de las banderas mejores que haya en ese puerto, que deberán estar aquí para el 25, a fin de poderlas acomodar con tiempo en las astas, y sean devueltas el día después de la función. Dios guarde a U.S.- José Ignacio Zenteno".

La bandera de la junta no podía utilizarse en esa ocasión, porque es de seda y no ha sido hecha para ondear al viento y soportar las inclemencias del tiempo. Así, en Santiago y en los regimientos, a pesar de la oficialización del nuevo diseño, se debió seguir enarbolando el pabellón de la patria vieja.

Ahora bien, la bandera que se utilizó en la época no es igual a la actual e incluía un escudo, distinto en ambas caras.

La Proporción Áurea

Las diferencias que presenta el diseño de la bandera original con el de la actual, se refieren en primer lugar a las medidas. Esas medidas son la "proporción áurea" para la relación de los lados del rectángulo, y la misma proporción para la sección del lado superior por el límite del paño azul. Esta composición da por resultado una bandera más alargada.


La "proporción áurea" es una relación proporcional que resulta al dividir un trazo en dos partes desiguales, de manera que la relación que hay entre la sección menor y la mayor sea la misma que hay entre la mayor y el todo.

Ahora bien, esta proporción que rige la mayoría de los pabellones nacionales del mundo, proviene de la más remota antigüedad, y es parte de la sabiduría universal. El uso de estas proporciones da cuenta del deseo del hombre de vincular su quehacer con lo divino, lo trascendente, a través del uso de simbolismos.

Volviendo a la bandera, al usar este método se consigue el rectángulo más armónico que pueda realizarse, pues gatilla inconscientemente el reconocimiento de la proporción que es ley en las formas vivas.

En este mismo orden de ideas se puede deducir que el uso de esta proporción en la bandera responde a la intención de vincular a la patria con el orden divino a través de la ley universal del crecimiento armónico.


La estrella Solitaria

Extraoficialmente, fue Bernardo O'Higgins quien explicó el significado de la estrella. Consultado al respecto, declaró:

"Es la estrella de Arauco"
Aquella lacónica declaración fue desarrollada años más tarde en el decreto que fijó la composición actual de la bandera:

"La estrella de plata es el mismo que representa ese caro pabellón a cuya sombra se ha ceñido la patria de tantos y tan gloriosos laureles".
En el ejemplar que se conservaba hasta 1980 en el Museo Histórico Nacional, la estrella, mirada la bandera en sentido horizontal (como se acostumbra hoy) no aparece en posición erguida según el eje mediano del paño azul, sino con su punta superior ligeramente inclinada hacia la izquierda.

Además no tiene, respecto al paño donde se encuentra, la proporción que tiene actualmente. Su trazado está realzado con ocho pequeñas cuentas circulares y en su centro tiene bordado un asterisco de ocho brazos.

La construcción de esta extraña composición geométrica constituye uno de los grandes enigmas de nuestros emblemas patrios, pues plantea que el punto de partida de la construcción de la bandera no es el rectángulo, sino la estrella misma. De esta manera la estrella, una vez hecha y dado el diámetro de la circunferencia en que está inscrita, determina las diagonales y el rectángulo azul correspondiente. Enseguida, por el lado largo de este paño, y considerando la sección menor de una proporción áurea, se obtiene la sección mayor. Ésta corresponde al paño blanco, y da la longitud de "vuelo". Enseguida, considerando esa longitud de vuelo como la sección mayor de otra proporción áurea, se obtiene la longitud "vaina", es decir, el lado menor del rectángulo total. Así, toda la construcción es manejada, desde el rectángulo azul, por la estrella.


ab y bc están en sección áurea
ac y ec están en sección áurea
ef y de están en sección áurea
df y fg están sección áurea


Guñelve


La explicación de O'Higgins adquiere su real significado al saber que la estrella de arauco, que ostentaban los pendones de los batallones mapuches, que preside la cocación del chamán (machi), que determina ciertos hitos del ciclo anual, y que con múltiples variantes aparece en la cerámica ceremonial, es Guñelve: el "lucero", el planeta Venus, la más luminosa estrella del firmamento.

La intención de O'Higgins de identificar la estrella de la bandera con la guñelve se advierte en la presencia del asterisco de ocho brazos, que viene a ser una simplificación de la forma original que tenía el símbolo aborigen de la estrella de la mañana: una estrella octogonal o cruz foliada.

Cabe preguntarse por qué O'Higgins no utilizó directamente la estrella octogonal en lugar de la pentagonal. La respuesta surge del contexto de la simbología utilizada en los emblemas anteriores, en los que se advierte una síntesis del significado hermético (europeo) con el indigenista. Lo que le interesaba era asociar la estrella de la mañana con el pentágono pitagórico, para realizar simbólicamente en esa síntesis el encuentro de dos tradiciones.

Como Guñelve, la ubicación de la estrella en su campo azul no puede ser más significativa. Situada a centro del rectángulo, sobre los dos diagonales, que la cortan respectivamente como ejes de simetría, adquiere la extraña propiedad de proyectar dos de sus ejes sobre los lados superior e inferior respectivamente, cortándolos en sección áurea, quedando el otro eje como mediana horizontal del rectángulo.

Para que dicha propiedad geométrica se obtenga, la longitud del eje de la estrella debe ser la cuarta parte de la diagonal. Así resulta la composición geométrica, cuyas propiedades se indican en las igualdades que la explican.

Aparentemente, la posición de la estrella, cuando la bandera es mirada en posición vertical, estaría indicando que no tiene otra finalidad que hacerla aparecer en posición erguida conforme al eje de la verticalidad, porque así debía ser exhibida al pueblo congregado ante la bandera el día de la Jura de la Independencia. Pero dicha posición es más bien el resultado de la construcción geométrica que de un punto de partida puramente práctico.

Mirada en posición horizontal, la estrella aparece inclinada hacia la izquierda. Esto, en el lenguaje de las formas, la dinamiza en sentido de rotación y traslación. Así, el movimiento resultante es de Oriente a Occidente, lo que la asocia al lucero que se alza tras la cordillera anunciando el amanecer.

Observando cómo el eje que corta uno de los lados de la sección áurea, y que su prolongación corta también el lado opuesto en sección áurea, queda en evidencia que la división se produce en ambos lados en sentido inverso.

Dentro del mismo orden simbólico, esto significa la eterna mutación "dialéctica" de la estrella que en una época del año es lucero de la tarde, y en otra, lucero de la mañana. La sección áurea superior e inferior puede aludir a la duración máxima y mínima proporcional de la luz y obscuridad en el ciclo anual.

Como símbolo dialéctico, las dos fases fundamentales (posiciones) de Venus en el cielo se refieren a la permanente ondulación del devenir universal entre los polos de lo activo y lo pasivo, lo ascendente y lo descendente.


El pentágono

El pentágono es el símbolo del hombre: una cabeza, dos brazos y dos piernas. Pero el significado va más allá de la simple analogía anatómica. Ella sólo es una resultante de la génesis y simbolismos de los números, elementos geométricos y polígonos regulares:

* El número uno es el símbolo de la unicidad, lo inmanifestado, o de causa primera. Es representado por el punto.
* El dos (binario), símbolo de la dialéctica universal de los agentes creativos y receptivos, corresponde a la línea.
* El tres (ternario), número de la idea, según Platón, corresponde al mundo arquetípico, nacido de la conjunción de los dos agentes de la dialéctica. Es representado por el triángulo.
* El cuatro (cuaternario), número del mundo visible, es representado por el cuadrado. Es la materialización de la idea, la potencia hecha acción.
* El cinco (pentagrama) es el número del hombre. Es representado por el pentágono regular y por la estrella de cinco puntas (pentágono estrellado).
Este último simbolismo se entiende considerando el brazo superior como la unidad trascendente, es decir el espíritu, presidiendo el orden cuaternario visible (corporal, vital, psíquico e intelectual).

Esta estructura de la naturaleza humana revela la cualidad "mediadora" del hombre en la creación, por estar situado al centro de la dualidad "alto - bajo". Por eso la estrella pentagonal, como emblema humano, representa el hombre arquetípico, vale decir, en estado de perfección. Ese estado lo define la estrella como un orden jerárquico de sus facultades.

Ese orden jerárquico es proclamado en la bandera chilena como una imagen de lo que el hombre de esta nación (y todo hombre) debe ser.


Pero a propósito de la estrella en el campo azul, mirada la bandera en posición horizontal (cuando flamea), su inclinación en la dirección Este - Oeste no responde sólo a su relación con el lucero, como tampoco al estar vertical responde sólo a la posición en que debe estar al ser exhibida. Esto, porque debemos agregar la especial naturaleza del triángulo rectángulo que resulta al trazar la diagonal sobre la que aparece situada la estrella como sobre un eje de simetría. Este triángulo es el llamado"triángulo sagrado egipcio". Está constituido por la serie numérica 3 - 4 - 5; es decir, tres unidades para el cateto menor, cuatro para el cateto mayor, y cinco para la hipotenusa, de lo que resulta una versión única del teorema de Pitágoras que, siendo válido para todo triángulo rectángulo, se cumple aquí en una serie continua de números que en sí constituyen símbolos de realidades superiores. Así, la serie viene a representar una conjunción de las tres instancias de la creación por las que el mundo arquetípico (3) se proyecta en el mundo visible (4) en el que es engendrado el hombre (5) por el espíritu.

Otra relación interesante es la que existe entre la proporción áurea y el pentágono, ya que la primera es, por así decirlo, la constante proporcional del cuerpo humano, mientras que el segundo se construye sobre la sección áurea de un trazo. De esta manera, la vinculación del hombre con su símbolo geométrico es doble. En un sentido profundo se da el simbolismo de la unidad espiritual frente al cuaternario material. La analogía anatómica se refiere a la construcción misma del símbolo en base a la proporción áurea.

martes, 31 de agosto de 2010

EL HIMNO NACIONAL

El primer Himno Nacional chileno data de 1819, cuando el gobierno decretó, el 19 de julio, encargar la creación de una música y un texto que sirvieran para este fin.

El compositor Manuel Robles y el poeta Bernardo de Vera y Pintado cumplieron con este cometido y su Canción Nacional se estrenó el 20 de agosto de 1820 en el teatro de Domingo Arteaga, en Compañía esquina de Plazuela O'Higgins, aunque según algunos historiadores ya se había tocado y cantado en las fiestas de septiembre de 1819.

El primer número de periódico "Las Bellas Artes", del 5 de abril de 1869, señala que entre los profesores que componían la orquesta de la primera compañía lírica que vino a Chile, conocida con el nombre de la Compañía Scheroni, debía mencionarse a Manuel Robles, chileno.

Cuenta la historia que la canción de Robles se acostumbraba a cantar todas las noches que había función en el teatro Arteaga. Al principio, todo el mundo se ponía de pie. O'Higgins y Freire la escuchaban con respeto y llenos de emoción, porque más de una vez marcharon a la victoria a sus sones.

La costumbre de cantarla siempre que había teatro fue desapareciendo poco a poco, hasta que al fin se ordenó que sólo se cantase en el aniversario de la patria.

El doctor Bernardo de Vera y Pintado, tan conocido en la historia de la independencia, fue el autor de los valientes versos que se cantaban con la música de Robles.

Robles era un violinista notable por la facilidad de su ejecución y buen estilo, sin embargo no tuvo buenos modelos que imitar. Lo que lo hace justamente célebre es que fue el autor de la Canción Nacional chilena, que se cantó desde 1820 hasta que fue reemplazada por la que envió a Chile Mariano Egaña, estando de Ministro Plenipotenciario en Inglaterra, en el año 1827. Egaña pidió al músico español Ramón Carnicer que escribiera una nueva música para el mismo texto de Vera y Pintado.

Cuando en 1867 ya se consideraba perdido el documento histórico que constituía nuestro primer himno, José Zapiola declaró que él recordaba la letra y la música y podía reescribirlas, trabajo que le tomó un año y que quedó terminado el 15 de octubre de 1868, resucitando para la posteridad el himno de Robles.

Este primer himno, cuya letra era manifiestamente antiespañola, se cantó hasta 1828, cuando fue reemplazado por el Himno Nacional que actualmente se canta.

Ocurrió que, reconocida por España la independencia de Chile y con la mejoría de las relaciones entre ambos estados, el presidente Manuel Bulnes consideró oportuno cambiar la letra de ese primer himno y en 1841 se oficializó el nuevo himno, ahora con letra del poeta Eusebio Lillo y manteniendo la música de Ramón Carnicer y la estrofa del coro del primer himno.

El Himno Nacional, aunque se cantan el coro y la V estrofa tiene 6 estrofas. Para que lo conozcas te lo presento completo


CORO

Dulce Patria, recibe los votos
Con que Chile en tus aras juró
Que, o la tumba serás de los libres,
O el asilo contra la opresión.

Estrofa I

Ha cesado la lucha sangrienta,
Ya es hermano el que ayer opresor.
Del vasallo borramos la afrenta
Combatiendo en el campo de honor.
El que ayer doblegábase esclavo
Hoy ya libre y triunfante se ve.
Libertad es la herencia del bravo,
La victoria se humilla a su pie.

Estrofa II

Alza, Chile, sin mancha la frente,
Conquistaste tu nombre en la lid.
Siempre noble, constante, valiente
Te encontraron los hijos del Cid.
Que tus libres, tranquilos, coronen
A las artes, la industria y la paz,
Y, de triunfos, cantares entonen
Que amedrenten al déspota audaz.

Estrofa III

Vuestros nombres, valientes soldados,
Que habéis sido de Chile el sostén,
Nuestros pechos los llevan grabados,
Los sabrán nuestros hijos también.
Sean ellos el grito de muerte
Que lancemos marchando a lidiar,
Y sonando en la boca del fuerte
Hagan siempre al tirano temblar.

Estrofa IV

Si pretende el cañón extranjero
Nuestros pueblos –osado– invadir,
Desnudemos, al punto, el acero
Y sepamos vencer o morir.
Con su sangre, el altivo araucano,
Nos legó, por herencia, el valor,
Y no tiembla la espada en la mano
Defendiendo, de Chile, el honor.

Estrofa V

Puro, Chile, es tu cielo azulado;
Puras brisas te cruzan también,
Y tu campo, de flores bordado,
Es la copia feliz del Edén.
Majestuosa es la blanca montaña
Que te dio por baluarte el Señor,
Y ese mar que, tranquilo, te baña,
Te promete futuro esplendor.

Estrofa VI

Esas galas, ¡Oh, Patria!, esas flores,
Que tapizan tu suelo feraz,
No las pisen, jamás, invasores,
Con sus sombras, las cubra la paz.
Nuestros pechos serán tu baluarte,
Con tu nombre sabremos vencer,
O tu noble, glorioso, estandarte,
Nos verá, combatiendo, caer.

CORO

Dulce Patria, recibe los votos
Con que Chile en tus aras juró
Que, o la tumba serás de los libres,
O el asilo contra la opresión.
Que, o la tumba serás de los libres,
O el asilo contra la opresión.
Que, o la tumba serás de los libres
O el asilo contra la opresión.
O el asilo contra la opresión.
O el asilo contra la opresión